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EL MÉTODO TOMATIS® Y MOZART


¿De entre todos los grandes músicos, por qué Mozart?

El hecho de elegir la música de Mozart entre todos los grandes compositores no es un hecho aleatorio. Tomatis utilizó al principio de sus investigaciones la música más diversa aplicada en numerosos pueblos de Oriente y Occidente, y comprobó que la única que todos admitían era la de este compositor. Así empezó a plantearse la razón de este hecho y a estudiar las características concretas que permitían a esta música influir beneficiosamente en todos sus pacientes.

Si tenemos en cuenta la teoría de que las diferentes frecuencias influyen en aspectos concretos del desarrollo evolutivo, y siguiendo las palabras de Sylvia Carrasquilla (consultora de un centro Tomatis en Bogotá) la música de este compositor es ideal para el tratamiento, puesto que Mozart “trabajó con frecuencias muy altas -especialmente con flautas y violines- y es ideal para la terapia de escucha, ya que está entre los 125 y 9000 hertz que son los necesarios para las terapias".

Pero no sólo es ideal por las frecuencias que utiliza, sino que la música en sí posee unas características especiales que la diferencian de otras y que le dan este carácter terapéutico: se trata de su frescura. Esta se debe al hecho de que Mozart comenzó a componer a los 4 años, antes de introducirse en el marco estricto de cánones culturales. Su música nació con la frescura de la espontaneidad, los biorritmos universales y la alegría infantil, y Mozart pudo conservar estas características hasta su edad adulta, agregando siempre las riquezas de su propio crecimiento. En palabras de Sylvia Carrasquilla, Mozart “fue un músico con composiciones hechas a temprana edad, por lo que tiene una melodía muy dinámica, que le da energía al cerebro, que no está contaminada emocionalmente; de ahí que a las personas les transmitimos esta energía”.

El propio Tomatis hizo un exhaustivo estudio de las cualidades terapéuticas de la música de Mozart y plasmó los resultados en su libro Pourquoi Mozart?. En él expone las maneras más evidentes de probar estas cualidades: el análisis estético y psicológico de sus composiciones, y los efectos neurofisiológicos en el cuerpo humano.

1) Análisis estético y psicológico de sus composiciones.

Realizando este análisis, Tomatis llega a definir unas características concretas de la música de Mozart y su influencia en nosotros:

- En sus frases, ritmos y secuencias, transmite libertad y rectitud, lo que nos hace pensar y respirar con facilidad. Parece que la frase musical se desarrolle de la única manera natural posible. Esto concuerda con las propias palabras del compositor, para quien “todo está compuesto, solo falta escribirlo”.

- Es accesible a todos porque en su música reina un sentimiento de seguridad permanente sin momentos insólitos ni sorpresas.

- Sentimos constantemente felicidad y sentimiento de perfección, lo que puede derivarse de que Mozart consigue el milagro de colocar al ser humano al unísono con la armonía universal.

- Mozart logra despertar todos los ritmos fundamentales inherentes a cada uno. Su música hace vibrar y fluir el propio canto de cada ser humano, pone en resonancia el potencial de quien lo escucha.

- Su música es siempre joven, sin angustia ni contaminación. Su música siempre tiene el ritmo de un corazón que late como el de un niño, aún cuando Mozart se encuentre extenuado, al borde del aniquilamiento.

2) Efectos neurofisiológicos de la música de Mozart.

Para Tomatis, la música es una necesidad del sistema nervioso, puesto que favorece la cristalización de ciertas estructuras funcionales del mismo. Por ejemplo, de ella nacen los ritmos y las entonaciones inherentes a los procesos lingüísticos.

Esto explica las diferentes reacciones ante la música: puede que se esté en concordancia con ella debido a que nuestro cuerpo esté fisiológica y culturalmente preparado para integrarla, o se puede producir una sensación de rechazo por falta de identificación con la misma. Además, la actitud dependerá también del momento anímico en que nos encontremos.

En definitiva, la música debe ser estudiada en relación directa con el sistema nervioso, y como ya teorizaban en la Antigua Grecia, un tipo u otro de música provocará una reacción anímica concreta, puesto que los lenguajes sonoros nos hacen revivir estados emocionales.

La explicación científica de este hecho se basa en que los sonidos nos proporcionan energía. De hecho, un estudio realizado por científicos norteamericanos concluyó que el sistema nervioso humano necesita para alcanzar el nivel de vigilia (de conciencia) colectar 3 billones de estímulos por segundo por los menos cuatro horas y media por día, y que mas del 90 % de esta carga de influjo nervioso la entrega el oído.

Podemos distinguir sonidos de carga (agudos) y de descarga (graves). Los graves son fácilmente integrados en la zona de los sonidos de descarga, en particular aquellos que no contienen armónicos elevados; por su parte, los agudos constituyen en ciertas zonas, a ciertas intensidades y a ciertos ritmos, unos verdaderos generadores de energía. Los agudos provocan la tensión del tímpano y en consecuencia los órganos que podrían encontrarse perturbados por el estrés afectivo se distienden (laringe, pulmones, corazón, hígado…) Por el contrario, los sonidos graves no permiten que el tímpano se relaje, provocando tensión, cansancio y fatiga.

Esto supone una base científica a la afirmación de las cualidades terapéuticas de la música de Mozart, pues como decíamos anteriormente, la combinación de altas frecuencias en ésta se convierte en ideal para conseguir el equilibrio en el hombre, y en definitiva, en su sistema nervioso.

El trabajo de Tomatis fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina.

Por Vanesa Tineo Guerrero. Profesora Conserv. Superior de Granada.

 
 
 

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