El habla, como fenómeno acústico, se relaciona y coordina estrechamente con el sistema auditivo, que está especialmente equipado para recibir el código que produce la voz humana, por cuanto el habla es una secuencia de sonidos complejos que varían de continuo en intensidad y frecuencia.
El oído humano es un diminuto e ingenioso aparato preparado para recepcionar ondas sonoras y transformarlas en un código neural, cuya interpretación se realiza a nivel del cerebro. Para este fin el oído actúa como amplificador, filtro, atenuador y medidor de frecuencias, al mismo tiempo que funciona como un sistema de comunicación de varios canales.
Dentro de los confines de aproximadamente 16 cm3, nuestros oídos utilizan principios acústicos, mecánicos, electrónicos y de matemática elevada para llevar a cabo lo que hacen. Veamos una de las tantas cosas que pueden hacer los oídos, siempre y cuando el aparato auditivo no presente alguna lesión:
* Los oídos captan desde el más leve susurro hasta el atronador estruendo de un avión de reacción; es decir, una sonoridad diez billones de veces mayor. En términos técnicos, esto es un campo auditivo de unos 130 decibeles (dB).* Los oídos tienen una enorme capacidad selectiva. En un medio de una multiplicidad de señales acústicas podemos escuchar la voz de una sola persona, o detectar en una orquesta de cien músicos si un instrumento ha emitido una nota equivocada.* Los oídos son capaces de captar y localizar la posición de la fuente de un sonido con una exactitud aproximada de un grado. Lo hacen percibiendo las minúsculas diferencias que hay en el tiempo de llegada del sonido a cada uno de los oídos y en la intensidad con que llega a ellos. La diferencia de tiempo puede ser de tan sólo diez millonésimas de segundo, pero los oídos pueden detectar y transmitir ese mensaje al cerebro.* En un adulto, los oídos tienen la capacidad de reconocer y distinguir unos 400 000 sonidos diferentes, los cuales están ligados al habla, a la música y a los sonidos que producen el hombre y la naturaleza. Los mecanismos del oído analizan automáticamente las ondas sonoras y las compara con las que están acumuladas en la memoria. Así es como se puede saber si cierta nota musical procede de un violín o de una flauta, o quién es la persona que está hablando por teléfono.
¿COMO ES EL SISTEMA AUDITIVO?
El sistema auditivo humano es bilateral. Ambos oídos están ubicados en los huesos temporales, que son de fuerte contextura y están localizados en la base del cráneo. Los mensajes acústicos llegan hasta nuestros oídos, y estos funcionan de manera coordinada con los movimientos de la cabeza.
Este aparato auditivo se compone de tres partes: oído externo, oído medio y oído interno.
EL OÍDO EXTERNO
El oído externo sirve de vehículo para el pasaje de las ondas sonoras del aire y canaliza hacia el interior del oído. Está formado por una parte claramente visible, denominada el pabellón de la oreja y un canal o conducto auditivo externo que termina en el tímpano. Este último vibra y transmite las vibraciones al oído medio.
El pabellón de la oreja tiene las propiedades de un megáfono. Su forma abocinada y sinuosa le permite captar y enfocar las vibraciones sonoras agudas y localizar la fuente de los sonidos. El canal auditivo externo es un tubo de unos 2,5 cm. de largo, con un volumen de 6 cm3 de aire. El tímpano está colocado, respecto al canal auditivo externo, como el parche respecto al cuerpo del tambor, con la diferencia que las vibraciones del aire llegan al tímpano desde fuera y desde dentro del tambor, siendo la membrana timpánica el límite entre el oído externo y el medio.
EL OÍDO MEDIO
El oído medio tiene la función de transformar la vibración acústica de la onda sonora en vibración mecánica y transmitirla al oído interno.
En el oído medio se encuentran tres huesecillos: el martillo, el yunque y el estribo, los que forman una cadena cuyos eslabones se articulan y se mueven al unísono con los movimientos del tímpano. Cabe señalar, también, que esta cámara del oído medio tiene un pasaje de aire hacia la boca, al que se llama trompa de Eustaquio, el cual permite igualar la presión de aire con el oído externo.
Los tres huesecillos indicados obran a manera de palanca. El tímpano pone en movimiento al martillo y éste da movimiento al yunque, que a su vez lo transmite al estribo. La platina del estribo es la tapa de la ventana oval. El vaivén de la platina provoca un movimiento de pistón que perturba el fluido que contiene el oído interno: la endolinfa. En este punto se produce la transformación de las vibraciones de un medio sólido (huesecillos) en vibraciones en un medio líquido (fluido del conducto coclear).
Los huesecillos cumplen también una función protectora. Cuando los sonidos son muy intensos el eje de movimiento del estribo se desplaza en forma tal que el pistón rota sobre su eje sin empujar la platina. Este cambio de eje de rotación se logra por la acción de dos pequeños músculos: el tensor timpánico y el estapedio.
EL OÍDO INTERNO
En el oído interno se encuentra la cóclea, en forma de caracol, enroscada dos vueltas y media, la que está dividida, por dentro y a lo largo, en tres compartimientos: el canal vestibular, el canal coclear y el canal timpánico. La línea divisoria entre el canal coclear y el canal vestibular la establece una lámina delgada y flexible denominada membrana de Reissner. La membrana basilar, por su parte, separa el canal coclear del canal timpánico. El canal coclear está lleno de un líquido llamado endolinfa, el cual no se comunica con los otros canales terminando en una bolsa cerrada en el extremo de la cóclea. El canal vestibular y el canal timpánico están repletos de perilinfa y ambos se comunican mediante una pequeña abertura denominada helicotrema.
Las vibraciones aéreas (sonido) son transmitidas desde el tímpano al estribo a través de los otros huesecillos. La placa inferior del estribo vibra hacia dentro y hacia fuera de la ventana oval. Los cambios de presión en la perilinfa del canal vestibular tienen lugar a causa de dichas vibraciones, los que son también transmitidos a la endolinfa del conducto coclear a través de la flexible membrana de Reissner. Los cambios de presión en el conducto coclear afectan al canal timpánico a través de la membrana basilar, en la que se encuentra el órgano de Corti.
ÓRGANO DE CORTI. Se denominó así en honor a Alfonso Corti, quien en 1851 descubrió que éste era el verdadero centro de la audición. Este órgano es una estructura receptora adosada a la membrana basilar, situada en el canal coclear. Transduce vibraciones de la membrana basilar en impulsos nerviosos cuando las células ciliadas se doblan por los movimientos de dicha membrana. El órgano de Corti se extiende a lo largo de la membrana basilar, desde su base hasta su vértice, en el cual las células ciliadas se encuentran dispuestas en hileras, siendo éstas las que transducen y comunican la información sonora al cerebro.
Las células ciliadas como receptoras sensoriales del órgano de Corti, están inervadas por terminales de células nerviosas del nervio auditivo (VIII par craneal), a través de las que se canaliza la información al cerebro. Dicho nervio comprende una porción vestibular y otra coclear. Esta última es la que conduce la información proveniente de las células ciliadas, arribando al área auditiva que ocupa la porción lateral convexa de la región temporal del cerebro, donde se selecciona, analiza y descifra lo que oímos, tal como se observa en la gráfica siguiente.
¿CÓMO INFORMA EL ÓRGANO DE CORTI EL MENSAJE ACÚSTICO AL CEREBRO?
Por mucho tiempo fue un misterio la forma como el órgano de Corti realiza esta complicada información al cerebro. Los especialistas sabían que el cerebro no respondía a vibraciones mecánicas, sino sólo a cambios electroquímicos. El órgano de Corti debía convertir, de alguna manera, el movimiento ondulatorio de la membrana basilar en impulso eléctrico correspondiente y luego enviarlos al cerebro.
Esta transformación de energía mecánica en eléctrica tiene dimensiones moleculares, siendo este cambio un proceso inherente a la transducción de la energía acústica en código neural.
Georg Von Békésy (1960), de origen húngaro, después de 25 años dedicados a descifrar el misterio de este minúsculo órgano, descubrió que las ondas de presión hidráulica que viajan a lo largo de los conductos del caracol, llegan a un punto máximo a lo largo del camino y presionan la membrana basilar. Las ondas generadas por los sonidos de alta frecuencia presionan la membrana cerca de la base del caracol, mientras que las ondas generadas por sonidos de baja frecuencia la presionan cerca del vértice. Por consiguiente, Békésy llegó a la conclusión de que el sonido de una frecuencia específica produce ondas que arquean la membrana basilar por un punto particular y hace que las células ciliadas de ese punto reaccionen y envíen señales al cerebro. La ubicación de las células ciliadas corresponden a la frecuencia, y la cantidad activada de tales células, a la intensidad.
Esta explicación es correcta en el caso de los tonos simples. Sin embargo, los sonidos que se producen en la naturaleza raras veces son sencillos. El canto de una rana toro suena bastante diferente del toque de un tambor, aunque es posible que los dos sonidos tengan la misma frecuencia. Esto se debe a que cada sonido está compuesto de un tono fundamental y muchos armónicos. La cantidad de armónicos y la fuerza relativa de éstos da a cada sonido su timbre distintivo o de carácter, de forma tal que reconocemos los sonidos que oímos.
La membrana basilar es capaz de responder simultáneamente a todos los armónicos de un sonido y detectar cuántos y qué armónicos están presentes, identificando así el sonido. Los matemáticos llaman a este proceso el "análisis de Fourier", denominado así en honor al matemático francés del siglo XIX Jean-Baptista-Joseph Fourier, señalando que el oído ha utilizado desde siempre esta técnica matemática avanzada para analizar los sonidos que oye y comunicar la información al cerebro.
Pese a esto, aún actualmente no se conoce bien qué tipo de señales envía al cerebro el oído interno. Los estudios revelan que las señales enviadas por todas las células ciliadas son aproximadamente iguales en duración y fuerza. Así, se piensa que el mensaje que llega al cerebro está compuesto de señales previamente codificadas.
Para apreciar la importancia de esto, recordemos el juego infantil en el que una fila de niños se van transmitiendo una historia de uno a otro. Muchas veces lo que el último niño oye no se parece en nada a lo que dijo el primero. No obstante, si en lugar de una historia complicada, lo que se transmite es un código como por ejemplo un número, es probable que no se distorsione. Y eso es al parecer lo que hace el oído interno.
Actualmente hay una tecnología avanzada de sistemas de comunicación, denominada "modulación por impulsos codificados" que funcionan según este principio. En lugar de enviar detalles de un acontecimiento se envía un código que lo representa. Así, para enviar a la tierra las fotografías de Marte, se emplearon códigos binarios, convirtiendo estos códigos en sonidos para grabarlos y reproducirlos después. Este sistema es lo que, se supone, ha utilizado siempre el oído, cuyos mecanismos aún no son conocidos con precisión actualmente.
DESARROLLO DEL OÍDO
Puede que nuestros oídos no sean los más agudos o sensibles, pero son ideales para satisfacer una de nuestras mayores necesidades: la de comunicarnos. Los oídos están diseñados para responder especialmente bien a las características de los sonidos del habla humana. Los bebés necesitan oír el sonido de la voz de su madre para desarrollarse bien, y a medida que crecen necesitan oír los sonidos de otros seres humanos para desarrollar su facultad del habla. Así pues, la audición adecuada es muy importante para tal adquisición, por lo que sin la evolución normal del oído no es posible un desarrollo normal del habla.
Por cierto, todos los padres saben aproximadamente cuándo su niño ha de aprender a sentarse y a caminar, y vigilan con atención el desarrollo de estas funciones; en cambio, la mayoría de ellos carece de información sobre la evolución del oído.
Por tal razón se esboza, de una manera panorámica, la evolución del oído, con el propósito de brindar la información pertinente, así como las desviaciones que en este proceso pueden darse y ser indicadores de alarma para que los padres acudan al especialista y ayuden a realizar un diagnóstico precoz sobre la naturaleza del defecto auditivo de su niño, previniendo sus consecuencias perniciosas, especialmente en la adquisición y desarrollo del habla, tal como se observa en personas afectadas en su capacidad de percepción auditiva.
DESARROLLO CRONOLÓGICO DEL OÍDO
Formación del órgano del oído
A los 3 meses después de iniciado el embarazo.
Oído pre-natal
A los 5 meses es posible detectar la existencia de respuestas auditivas en el feto producidas por estímulos sonoros como un portazo. Estas respuestas se aprecian tanto en los movimientos del feto como en la aceleración del ritmo cardíaco.
Fase del nacimiento
* En el primer mes se observa en el infante reacciones de miedo a los ruidos altos. Aparece la atención a los estímulos acústicos.
* 2do. mes: vuelve la cabeza hacia la fuente del sonido.
* 3er. mes: movimientos de cabeza y de los ojos hacia el sonido. Se calma y tranquiliza ante la palabra y la música.
* 4to. mes: reconoce la voz de sus padres, especialmente de la madre.
* 4to. al 6to. mes: se perfecciona el movimiento orientado hacia la fuente del sonido.
* 7mo. al 8vo. mes: imitación de sonidos (golpes de puerta, ruidos de juguetes y otros).
* 9no. mes: el niño atiende a las palabras conocidas.
* 6to. al 9no. mes: entiende palabras y balbucea.
* 11ro. al 12do. mes: acata prohibiciones sencillas. Toca timbre por imitación.
De esta manera se desarrolla el oído del niño, cuyo estado e integridad va a influir decisivamente en la adquisición del habla.
¿CÓMO OBSERVAR Y DESCUBRIR UN DEFECTO EN EL DESARROLLO DEL OÍDO DEL INFANTE?
No es difícil descubrir un defecto en la facultad auditiva del bebé. Esto requiere sólo observación cuidadosa. Para eso es recomendable asegurarse ante todo de que la habitación esté realmente en silencio. Además, cuando se provoquen los ruidos conviene que el niño no les vea, ni siquiera vuestra sombra, de lo contrario se volverá hacia ustedes y no hacia la fuente del ruido.
Con estos preparativos previos, se pasa a provocar ruidos desde diferentes direcciones, comprobando lo siguiente:
* ¿Le causan sobresalto los ruidos repentinos y fuertes
* ¿Reacciona ante sonidos distantes y débiles?
Si es así, ... ¡MAGNIFICO!
* ¿Vuelve el bebé su cabeza y reacciona a una voz cerca de su cunita antes de ver a alguien?
Si es así, esto también es una indicación excelente la buena recepción auditiva del bebé.
Para estas estimulaciones conviene elegir un momento en que el niño no esté jugando con demasiado entusiasmo; si no, existe el riesgo de que los ruidos provocados no tengan la suficiente fuerza para provocar la reacción deseada en el niño.
Si el infante oye y reacciona bien a las estimulaciones sonoras de su medio ambiente, entonces esto significa que puede aprender a hablar bien siguiendo el modelo expresivo del adulto (sus padres). Dicha adquisición, a su vez, favorecerá su desarrollo mental y el proceso de socialización y su integración al medio.
Fuente: Libro - "El Lenguaje Verbal del Niño" por Pablo Félix Castañeda
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